Otro Ulises en el ocaso
Una tarde triste de abril
los últimos destellos de luz
eran devorados por la penumbra.
Una vieja embarcación ascendía
cortando las inquietantes aguas del Magdalena.
Abrazado al mástil, un hombre tocado por los años,
vestido de blanco
con una rosa amarilla
negándose a escuchar el trinar de las aves,
el golpeteo de las aguas,
el soplar del viento,
cual sirenas que atormentan a dicho viajero,
otro Ulises, cerrando su propia historia
esperando un final en su Macondo soñado.
Fabián Requena
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