sábado, 24 de junio de 2017

Libro: La vida privada de los árboles
Autor: Alejandro Zambra
Año: 2007
País: Chile
Género: novela contemporánea

El tema principal de La vida privada de los árboles es el tedio de la clase media chilena, que es un tedio como el de cualquier clase media de cualquier parte del mundo, pero con algunos puntos oscuros de más.
Como en Bonsái, Zambra sigue en La vida privada de los árboles usando su juego metaficcional: al lector continuamente se le recuerda que está ante una ficción, un artificio. Así son frecuentes expresiones de este estilo: “en esta historia no hay enemigos”  y siguiendo las premisas de brevedad de Bonsái leemos: “Habría que redactar muchos párrafos o acaso un libro entero para explicar por qué Julián no pasó aquel tiempo en casa de sus padres”. Pero en contraste con la idea anterior de metaficción o artificio, también se juega a expresar lo contrario: “Cuando alguien no llega, en las novelas, piensa Julián, es porque le ha sucedido algo malo. Pero esto no es por fortuna una novela”.
Julián se ha casado con Verónica, que tiene una hija de 8 años, Daniela, a la que aquél cuenta historias sobre árboles para hacerla dormir. Julián es profesor de Literatura de lunes a sábado y el domingo es novelista. Como Julián le acabará contando a la hija de su mujer: en la vida es habitual que uno no sea lo que quiere ser, “Es que siempre quieres ser otra cosa, Daniela, responde”.
Dentro del análisis de la clase media chilena se ponen de relevancia rasgos como el racismo soterrado: “Julián es más feo que el padre de Daniela, y es más joven, en cambio (…) Es menos blanco, menos simple y más confuso que Fernando”. 
En algunos párrafos la crítica a la clase media o la sociedad chilena en general no es algo subterráneo sino evidente: “en Chile no es tan grave dar clases de poesía italiana sin saber italiano, porque Santiago está lleno de profesores de inglés que no saben inglés, y de dentistas que apenas saben extraer una muela”.
Con un lenguaje sencillo y tremendamente cercano, Zambra condensa en un texto corto, pero muy maduro, emociones y vivencias tan identificables y cotidianas que resulta hasta inquietante, pero también emocionante. Pese a la cercanía de lo que nos habla, Zambra nos recuerda constantemente que estamos ante una ficción, quizás para que tomemos la distancia adecuada, aunque en otras ocasiones juega justo a lo contrario, transmitiendo que “esto no es una novela”. Esta ambigüedad, curiosamente, hace más reconocible y cercana la historia. Una lectura muy directa, fresca y seductora.
La manera como escribe Zambra es un frescor para nuestro cerebro por la forma como aborda la novela actual, rompiendo esos cánones de la novela latinoamericana costumbrista. Tenemos que tomar en consideración que estos nuevos escritores le dan tanta riqueza a la literatura actual, embelleciendola con palabras cotidianas, juego de tiempos, y con un verbo muy fluido de entender. No por ello pierden valor, al contrario, enriquece nuestras letras. 
Excelente novela.

Fabián Requena


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